Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

sábado, 22 de agosto de 2015

Ray Bradbury en Mucho después de medianoche



A medianoche empezó a llegar el relato.
Henry Williams Field se había sentado en la biblioteca. Sobre el escritorio había una máquina que zumbaba. Repetía palabras que estaban siendo escritas más allá de la luna. Las garabateaba con lápiz negro, reproduciendo los movimientos febriles de la mano de Tom Wolfe a un millón de kilómetros de distancia. El viejo esperó a que se acumulase una pila de hojas y entonces las levantó y leyó en voz alta a la habitación donde estaban escuchando Bolton y los criados. Leyó las palabras sobre el espacio y el tiempo y el viaje, sobre un hombre grande y un viaje grande y cómo era la larga medianoche y el frío del espacio, y cómo un hombre podía estar tan hambriento que devoraba todo eso y pedía más. Leyó las palabras que estaba llenas de fuego y truenos y misterio.
El espacio era como octubre, escribió Thomas Wolfe, y dijo cosas sobre la oscuridad y la soledad que envolvían a un hombre tan pequeño. El octubre eterno e intemporal, fue una de las cosas que dijo. Y entonces descubrió el propio cohete, el olor y la sensación del metal del cohete, y el sentido de destino y de desbordante júbilo por dejar al fin la Tierra allá atrás, todos los problemas y todas las tristezas, e ir en busca de un problema más grande y una tristeza más grande. Ay, era una buena escritura, y decía lo que había que decir sobre el espacio y el hombre y los pequeños cohetes, solo allá afuera.
El viejo leyó hasta que se quedó ronco, y luego leyó Bolton, y luego e los demás, hasta muy entrada la noche, cuando la máquina dejó de transcribir palabras y entonces supieron que Tom Wolfe estaba en cama, allá en el cohete, volando a Marte, y que probablemente aún no dormía, no, todavía seguiría sin dormir durante horas, despierto como un chico antes de un circo, sin atreverse a creer que la enorme tienda negra enjoyada está ya instalada y el circo funcionando con diez billones de resplandecientes actores en los alambres altos y en los trapecios invisibles el espacio.
Ray Bradbury. Mucho después de media noche. Traducción de Marcial Souto. Minotauro.

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