Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

viernes, 27 de mayo de 2016

Fernando Pessoa en Odas de Ricardo Reis II

Oí contar que otrora, cuando en Persia
hubo no sé qué guerra,
en tanto la invasión ardía en la Ciudad
y las hembras gritaban,
dos jugadores de ajedrez jugaban
su incesante partida.

A la sombra de amplio árbol fijos los ojos
en el tablero antiguo,
y, al lado de cada uno, esperando sus
momentos más holgados,
cuando había movido la pieza, y ahora
aguardaba al contrario,
una jarra con vino refrescaba
su sobria sed.

Ardían casas, saqueadas eran
las arcas y paredes,
violadas, las mujeres eran puestas
contra muros caídos,
traspasadas por lanzas, las criaturas
eran sangre en las calles…
Mas donde estaban, cerca de la urbe
y lejos de su ruido,
los jugadores de ajedrez jugaban
el juego de ajedrez.

Aunque en los mensajes del yermo viento
les llegasen los gritos,
y, al meditar, supiesen desde el alma
que en verdad las mujeres
y las tiernas hijas violadas eran
en esa distancia próxima,
aunque en el momento en que lo pensaban,
una sombra ligera
les cruzase la frente ajena y vaga,
pronto sus ojos calmos
volvían su atenta confianza
al tablero viejo.

Cuando el rey de marfil está en peligro,
¿qué importa la carne y el hueso
de las hermanas, de las madres y de los niños?
Cuando la torre no cubre
la retirada de la reina blanca,
poco importa el saqueo,
y cuando la mano confiada da jaque
al rey del adversario,
poco ha de pesarnos el que allá lejos
estén muriendo hijos.

Aunque, de pronto, sobre el muro
surja el sañudo rostro
de un guerrero invasor que en breve deba
caer allí envuelto en sangre,
el jugador solemne de ajedrez
el momento anterior
(anda aún calculando la jugada
que hará horas después)
sigue aún entregado al juego predilecto
de los grandes indiferentes.

Caigan ciudades, sufran pueblos, cesen
la libertad, la vida,
los protegidos y heredados bienes
ardan y sean desvalijados,
mas cuando la guerra las partidas interrumpa,
esté el rey sin jaque,
y el de marfil peón más avanzado
amenazando la torre.

Mis hermanos en amar a Epicuro
y en entenderlo más
de acuerdo con nosotros mismos que con él
en la historia aprendamos
de esos calmos jugadores de ajedrez
cómo pasar la vida.

Todo lo serio poco nos importe
lo grave poco pese,
que el natural impulso del instinto
ceda al inútil gozo
(a la sombra tranquila de los árboles)
de hacer buena partida.

Lo que llevamos de esta vida inútil
tanto vale si es
gloria, fama, amor, ciencia, vida,
como si es tan sólo
el recuerdo de un certamen ganado
a un jugador mejor.

La gloria pesa cual copioso fardo,
la fama como fiebre,
el amor cansa porque va en serio y procura,
la ciencia nunca encuentra,
la vida pasa y duele, pues lo sabe…
La partida de ajedrez
prende el alma toda, aunque, perdida, poco
pesa, pues no es nada.

¡Ah!, bajo las sombras que sin querer nos aman,
con un jarro de vino
al lado, y atentos sólo a la inútil tarea
de jugar al ajedrez
aunque esta partida sea tan sólo un sueño
y no haya compañero,
imitemos a los persas de la historia,
y, mientras allá fuera,
cerca o lejos, la guerra y la patria y la vida
nos llaman, dejemos
que en vano nos llamen, cada uno de nosotros
bajo sombras amigas
soñando, él los compañeros, y el ajedrez
su indiferencia.


Ouvi contar que outrora, quando a Pérsia
Tinhanãoseiqual guerra,
Quando a invasãoardia na cidade
E as mulheresgritavam,
Doisjogadores de xadrezjogavam
O seujogocontínuo.

À sombra de amplaárvorefitavam
O tabuleiroantigo,
E, ao lado de cada um, esperando os seus
Momentos mais folgados,
Quandohavia movido a pedra, e agora
Esperava o adversário.
Umpúcarocomvinhorefrescava
Sobriamente a sua sede.

Ardiam casas, saqueadas eram
As arcas e as paredes,
Violadas, as mulhereseram postas
Contra os muros caídos,
Traspassadas de lanças, as crianças
Eramsanguenasruas...
Masondeestavam, perto da cidade,
E longe do seuruído,
Os jogadores de xadrezjogavam
O jogo de xadrez.

Inda que nasmensagens do ermovento
Lhesviessem os gritos,
E, aorefletir, soubessem desde a alma
Que por certo as mulheres
E as tenrasfilhas violadas eram
Nessadistância próxima,
Inda que, no momento que o pensavam,
Uma sombra ligeira
Lhespassasse na frontealheada e vaga,
Breve seusolhos calmos
Volviamsua atenta confiança
Aotabuleirovelho.

Quando o rei de marfim está emperigo,
Que importa a carne e o osso
Das irmãs e das mães e das crianças?
Quando a torre não cobre
A retirada da rainha branca,
O saque pouco importa.
E quando a mão confiada leva o xeque
Aorei do adversário,
Pouco pesa na alma que lálonge
Estejammorrendofilhos.

Mesmo que, de repente, sobre o muro
Surja a sanhudaface
Dumguerreiro invasor, e breve deva
Emsangueali cair
O jogadorsolene de xadrez,
O momento antes desse
(É ainda dado ao cálculo dum lance
Pra a efeito horas depois)
É ainda entregue aojogopredileto
Dos grandes indif'rentes.

Caiamcidades, soframpovos, cesse
A liberdade e a vida.
Os haverestranqüilos e avitos
Ardem e que se arranquem,
Mas quando a guerra os jogosinterrompa,
Esteja o reisemxeque,
E o de marfimpeãomaisavançado
Pronto a comprar a torre.

Meusirmãosemamarmos Epicuro
E o entendermosmais
De acordocomnós-próprios que com ele,
Aprendamos na história
Dos calmos jogadores de xadrez
Como passar a vida.

Tudo o que é sériopouco nos importe,
O grave pouco pese,
O natural impulso dos instintos
Que ceda ao inútil gozo
(Sob a sombra tranqüila do arvoredo)
De jogarumbomjogo.

O que levamos desta vida inútil
Tanto vale se é
A glória, a fama, o amor, a ciência, a vida,
Como se fosse apenas
A memória de umjogobemjogado
E uma partida ganha
A umjogadormelhor.

A glória pesa como um fardo rico,
A fama como a febre,
O amor cansa, porque é a sério e busca,
A ciência nunca encontra,
E a vida passa e dói porque o conhece...
O jogo do xadrez
Prende a alma toda, mas, perdido, pouco
Pesa, poisnão é nada.

Ah! sob as sombras que semqu'rer nos amam,
Comumpúcaro de vinho
Ao lado, e atentos só à inútil faina
Do jogo do xadrez
Mesmo que o jogoseja apenas sonho
E nãohajaparceiro,
Imitemos os persas destahistória,
E, enquantoláfora,
Oupertooulonge, a guerra e a pátria e a vida
Chamam por nós, deixemos
Que emvão nos chamem, cada um de nós
Sob as sombras amigas
Sonhando, ele os parceiros, e o xadrez
A suaindiferença.


***

Día tras día la misma vida es la misma.
     Lo que pasa, Lidia,
en lo que somos como en lo que no somos
igualmente pasa.
Cogido, el fruto perece poco a poco; y cae
si nunca es recogido.
Igual es el hado, bien lo busquemos,
bien lo esperemos. Suerte
hoy, destino siempre, y bajo esta o esa
forma ajeno e invencible.


Diaapósdia a mesma vida é a mesma.
O que decorre, Lídia,
No que nós somos como em que não somos
Igualmente decorre.
Colhido, o fruto deperece; e cai
Nunca sendocolhido.
Igual é o fado, quer o procuremos,
Quer o esperemos. Sorte
Hoje, Destino sempre, e nestaounessa
Forma alheio e invencível.


***

¿Con qué vida llenaré los pocos breves
días que me son dados? Será mía
mi vida o dada
a otros o a sombras?
¡A la sombra de nosotros mismos cuántos hombres
inconscientes nosotros sacrificamos
y un destino cumplimos
ni nuestro ni ajeno!
Oh dioses inmortales, sepa yo al menos
aceptar sin quererlo, sonriente
el curso áspero y duro
del camino permitido.
Pero nuestro destino es el que es nuestro,
que nos lo dio la suerte o el hado ajeno.
     Anónima a un anónimo,
nos arrastra la corriente.


Com que vida encherei os poucos breves
Dias que me são dados? Será minha
A minha vida ou dada
A outrosou a sombras?
À sombra de nósmesmosquantoshomens
Inconscientes nos sacrificamos,
E um destino cumprimos
Nemnossonemalheio!
Ódeusesimortais, saibaeuao menos
Aceitar semquerê-lo, sorridente,
O curso áspero e duro
Da estrada permitida.
Porémnosso destino é o que fornosso,
Que nos deu a sorte, ou, alheio fado,
Anónimo a um anónimo,
Nos arrasta a corrente.


***

Si recuerdo quien fui, otro me veo
en el pasado, presente del recuerdo.
Me siento como en sueños
mas solamente en sueños.
Y la saudade que aflige mi mente
no es de mí ni del pasado visto,
sino de quien habito
tras de los ojos ciegos.
Nada, salvo el instante, me conoce.
Y mi misma memoria es nada, y siento
que quien soy y los que fui
son sueños diferentes.


Se recordoquem fui, outrem me vejo,
E o passado é o presente na lembrança.
Quem fui é alguém que amo
Porémsomenteemsonho.
E a saudade que me aflige a mente
Não é de mimnem do passado visto,
Senão de quem habito
Por trás dos olhoscegos.
Nada, senão o instante, me conhece.
Minhamesmalembrança é nada, e sinto
Que quemsou e quem fui
São sonhos diferentes.
Fernando Pessoa. Odas de Ricardo Reis. Versión de Ángel Campos Pámpano. Editorial Pre-textos.


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